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domingo, 16 de enero de 2011

El Karma. ¿Qué es y cómo actua?

La universalidad de la ley del Karma es uno de los factores principales que une a toda la vida, y no solo a la vida humana, sino también a la animal, vegetal y la mineral. Todas estas componen una gran familia, con una historia complicada e inseparable, y con un karma inseparable.



Isaac Newton tenía veintitrés años de edad cuando observo una manzana que cayó al suelo en el huerto de su madre.

En realidad, la manzana nunca lo golpeo en la cabeza. Sin embargo, si apoyo su teoría de la gravedad universal.

Por aquellos tiempos, en 1665, Newton también acababa de formular sus tres leyes del movimiento, siendo una de ellas la que afirma que para cada acción existe una reacción equivalente en intensidad y opuesta en sentido.

Las explicaciones de Newton por lo general se aplican a la interacción de las fuerzas físicas y los objetos. Sin embargo, el mismo principio de acción y reacción se aplica a las fuerzas de la emoción y el pensamiento.
La ley del karma es científica y lógica. Es la forma espiritual de la ley física de la causa y el efecto. Cada acción crea una reacción opuesta y equivalente.

La ley del Karma nos ayuda a comprender el efecto de nuestras acciones. Este proceso le ayuda al Alma a madurar. El propósito de esta ley es enseñar amor y enaltecer, no castigar.

El karma se aplica de las maneras más rigurosas e inteligentes. Si en una vida anterior privamos a otro ser humano de su libertad, probablemente nuestra libertad será restringida en esta vida. Esta experiencia nos dará tiempo para reconsiderar nuestros puntos de vista y aprender la Ley del Amor.

Una vez que aceptamos la Ley del karma en nuestra vida, nos liberamos de ser la víctima. Comenzamos a ver las causas espirituales subyacentes y actuar de acuerdo con estas. Los problemas se convierten en oportunidades para el crecimiento espiritual.

El karma difiere del destino porque nos alienta a asumir un papel activo en la vida. La Ley del karma requiere que el buscador espiritual viva conforme al código de ética más elevado. Las reglas son sencillas.



Puedes librarte del Karma.

Cuando alcance el excelso estado de la autorrealización, aun tendrá que rendir cuentas de sus acciones en su vida diaria. Sin embargo, habrá resuelto el karma acumulado en vidas pasadas, y cuando termine su misión en esta vida no necesitara regresar, a menos que elija volver a este plano para enseñar o para servir.

Quizás mantenga esta conciencia expandida a lo largo de su vida, o tal vez solo la conserve durante un momento de vez en cuando. Aprenderá, sin embargo, que siempre existe el riesgo de perder esa perspectiva de 360 grados. Momento a momento, usted se gana cada paso hacia la Gran Conciencia.



El Karma imparte una justicia perfecta.

La Ley del karma imparte una justicia perfecta. Esto es reconfortante en un mundo que puede parecer injusto. Uno de los deberes del buscado de la Gran Conciencia consiste en mostrar compasión y bondad hacia todos, sin importar si posición en la escala espiritual. Todos estamos juntos en un viaje espiritual.

Nuestro sufrimiento no siempre es un castigo por las acciones pasadas. Hay muchos procesos sutiles en la acción. Si usted experimento miedo y fue perseguido en una vida pasada, es posible que aun cargue estos sentimientos en su memoria psíquica. Tal vez padezca temor y ansiedad injustificados en su vida actual. Estos temores pueden persistir hasta que usted recuerde la naturaleza eterna del Alma y le entregue sus preocupaciones a lo MÁS ALTO.



Nosotros somos responsables.

A nivel físico significa que hacemos todo el esfuerzo posible por proporcionarnos nuestro sustento. A nivel espiritual, esto significa que nos ganamos nuestro propio estado de conciencia.

Esto parece ilógico si viéramos solo una vida a la vez. En una sola vida sufrimos o somos bendecidos sin razón aparente.

La Creación parece arbitraria y fortuita. El principio de la responsabilidad espiritual cobra más sentido cuando aceptamos los principios del karma y la reencarnación. La reencarnación enseña que nacemos una y otra vez hasta que aprendemos las lecciones espirituales de la vida. La Ley del karma se encarga de que relacionemos nuestro comportamiento con sus resultados inevitables. En una vida cosechamos lo que sembramos en otra.

Si impedimos el desarrollo de otro ser humano, incurriremos en una deuda karmica. Por nuestras acciones, resulta claro que aun no hemos aprendido la Ley del Amor. La deuda tendrá que ser pagada, y habrá que aprender la lección.

El sufrimiento que pueda derivarse como resultado no es acto de una Creación vengativa. Simplemente estamos cosechando lo que hemos sembrado. Es la Creación más amorosa que ayuda a cada alma a desarrollar su más elevado potencial espiritual a través de la experiencia.

Quizá la más grave de las infracciones karmicas sea hacer mal uso del poder espiritual en beneficio propio. La historia está llena de ejemplos de aquellos que usaron la percepción psíquica para su avance personal. Los maestros falsos han incurrido en una deuda con sus seguidores en algún momento esa deuda deberá ser pagada.



La experiencia nos enseña.


La experiencia nos enseña. Cuando se aprende una lección, particularmente una lección espiritual, ya no necesitamos esa experiencia. El karma se termina. Podemos avanzar hacia el siguiente paso. Esto no tiene que ver con la absolución ni el perdón. Es crecimiento espiritual.



La madurez espiritual llega cuando nos damos cuenta de que somos los creadores de nuestra propia vida.

No podemos comprar la conciencia de la Creación en un mercado ni nos la puede otorgar alguien más. Nuestros errores o pecados del pasado no pueden ser absueltos en el último minuto simplemente porque así lo pidamos. Obtenemos sabiduría espiritual al responsabilizarnos de nuestras acciones y al aprender como actúa el Gran Espíritu. La madurez espiritual llega cuando nos damos cuenta de que somos los creadores de nuestra propia vida. Aprendemos a ser Colaboradores de la Creación al comprender como crear lo más elevado y benéfico para el todo.